Un ejemplo interesante es la simultaneidad onda-partícula. Una cosa es onda y a la vez ello es partícula.
Una cosa transporta energía y otra la cosa condensa energía. Las ondas transportan energía, pero los corpúsculos agrupan energía. Entonces la pregunta que nos hacemos es, ¿cómo algo que es una cosa puede ser dos?
Esto que es parte del lenguaje propio de la física cuántica nos muestra que el nivel de realidad que nosotros conocemos no es el último, que las cosas no son solamente una cosa, que las cosas pueden ser mínimo dos o, según sea la condición, todas ellas restantes.
La aparición de la física cuántica dio una especie de avance a la expresión de las filosofías orientales. La física cuántica era tan compleja que le tocó ir a muchos filósofos, entre ellos a Schrödinger, a la filosofía oriental y tratar de encontrar ejemplos que mostrasen la relación de lo que quería expresarse con el universo cuántico.
Así pues, usamos el símil de la onda partícula, que un objeto es dos objetos, que una cosa en últimas no es solamente el evento que se define por nombre y forma, sino que un objeto llega a ser otros objetos simultáneamente.
La pregunta es, ¿qué deshace la naturaleza de la onda y la partícula? ¿Qué retira en forma de fraccionamiento esa unidad integrativa de onda y partícula? Y lo que se plantea es que lo que rompe y fractura la continuidad de onda partícula es la observación del perceptor.
El encontrar un perceptor diferente del entorno donde la partícula convive o la onda se encuentra, hace que a la partícula le toque escoger una de las dos opciones, una de las dos fases, una de las dos posibilidades, onda o partícula.
Entonces en el instante donde aparece la diferenciación aparece el “yo”. La pregunta es, ¿qué pasa si alguien en una No-dualidad observa un corpúsculo, observa por ejemplo un electrón, ¿se disolvería en onda y partícula? Es interesante, ¿no? Porque no lo afectaría, porque él como personaje es a la vez onda y partícula está en el completo de ambas posibilidades.
